viernes, 15 de junio de 2007

Los gatos de mis amigas (II: Maite): Gator y otros gatos del puerto de Donosti



Gator es, no me cabe duda, alguien crucial en la vida de mi amiga Maite. Llegó en un momento delicado y a estas alturas han desarrollado esa relación mutua de comprensión, respeto y amor que solo es posible entre gatos y gatos humanos. Me confesaba Maite en el Peine del Viento que Gator es más que un gato, mucho más que un ser que pulula por la casa. Y lo creo, sólo hay que verlo. He leído infinidad de cosas sobre él desde que conozco y leo a Maite. Gator acompaña su vida “intramuros” de Maite. Fuera de casa Maite tiene también un imán especial para los gatos.

Esos gatos del puerto de Donosti, que andan y se dejan fotografiar por ella con una calma pasmosa son yo creo, por derecho propio, también gatos de Maite.

Es como una catwoman, no sólo porque tenga esa belleza calmada e hipnótica de los felinos, y a una persona que tiene ese gancho con los gatos no le puede pasar nada malo. Siempre los tendrá a ellos. Maite tiene tal dominio sobre los gatos que hizo que este bonito gato de colores me esperara en la habitación del hotel para que no echara de menos durante mi estancia en San Sebastián a Claudia y a Liu.
Allí, en una ciudad felina, con esos pequeños paraísos, el puerto y los alrededores del Kursaal… esa ciudad que yo creo, nos hace un poco más gatos a quienes los adoramos. Esa ciudad donde sólo me han ocurrido grandes cosas.