sábado, 19 de mayo de 2007

La custodia de mis gatas






Como se ve, en mi casa se come bien... en pocos meses Liú debe haber doblado su peso... vale, es verdad... son fotos hechas con mala leche... pero mi compañero José Manuel dice que si se entera "El Refugio" me van a quitar la custodia, como a los abuelos del niño de Asturias...Es curioso... cuántos más padres y madres que obligan a sus niñas (y también a sus niños), desde muy pequeñas, desde antes incluso que les salgan curvas, a hacer dietas estrictas, merecerían un susto de este tipo con las autoridades. Muchas familias son responsables de reproducir el sistema social que nos obliga a ser perfectos y productivos ya desde pequeños: ajustarse al patrón social de éxito, inteligencia racional y belleza canónica (del canon de la pasarela, se entiende) se premia. Se favorecen más las actividades extraescolares que producen seres "preparados" que las que revierten en seres más artísticos, emocionales y humanos. Alejarse de ese patrón se castiga: se minusvalora la inteligencia emocional, se minusvalora la belleza que hay en la diversidad, se minusvalora el ser en definitiva mujer, y se valora en cambio ser una muñeca vacía... en definitiva es minusvalorar lo que de femenino tiene esta sociedad. Es perpetuar el patriarcado. Y todos y todas caemos en esa trampa. Seguro que el chavalín de Asturias en cuestión tenía muchísimos riesgos para su salud... pero ¿y las niñas y los niños obsesionados con adelgazar un kilo más para tener contentos a papá y mamá? Creen que es para gustarse más a si mismos, pero... es también es gustar más a los padres, ser cómo ellos o ser como ellos quieren que seamos... y socialmente tener un buen tipito se refuerza, y tener algún kilo de más generalmente no. También es un riesgo para su salud, pero nadie les quita la custodia: en definitiva estos padres y madres están contribuyendo a crear seres que encajan perfectamente en el engranaje social: consumirán toda su vida muchisimos productos de belleza, se harán muchisimas operaciones de cirugía estética, razonarán mucho, serán muy inteligentes y harán mucho deporte... pero se emocionarán muy, muy poco. Solo después cuando la presión sea insoportable y descubran, como yo... todo el tiempo que he perdido tapando con mi peso y con mi preocupación la infelicidad que me producía no ser perfecto y no encajar. Por eso, no me importa que mis gatas estén gordas, yo las veo felices, ágiles, su salud no está en peligro, y sobre todo, a ellas les importa un pimiento cómo están.


Publicado originalmente en feline attitude, 2007/04/04

2 comentarios:

Ariadna dijo...

Mientras que esten sanamente regordetas, que ams da? Otra cosa es qeu tuvieran obesidad, pero estando asi rellenitas, no importa.

Hombre, los gatos tienen un peso ideal, que gracias a que les suministramos la comida y les hacemos mover el cuqui podemos mantenerselo... pero mientras sea en unos limites logicos, no hay problema ninguno.

catboy dijo...

y además... ¡están tan guapas! (amor de padre)